

En junio, la inflación mensual fue de 0,10%, por debajo del 0,20% esperado, ubicando la variación anual en 4,82%, cercana al promedio proyectado para cierre de año. El comportamiento estuvo impulsado por alzas en Restaurantes y Hoteles (0,42%) y Transporte (0,20%), compensadas parcialmente por la caída en Alimentos (-0,08%). Pese al resultado favorable, las expectativas para fin de año permanecen en torno al 4,8%, reflejando incertidumbre sobre la convergencia a la meta. En actividad económica, el ISE de mayo creció 2,81% anual, acumulando 2,44% en 2025, por encima del 1,80% de 2024. No obstante, la dinámica sectorial fue desigual, con caídas en actividades primarias (-0,78%) y secundarias (-0,86%), y un fuerte crecimiento en las terciarias (4,23%). La producción industrial retrocedió -0,2% anual y la confianza industrial cayó 4,6 puntos, mientras el comercio mostró un sólido avance de 13,2% en ventas minoristas y mejora de tres puntos en confianza.
En el frente fiscal, julio estuvo marcado por operaciones de canje y nuevas emisiones de TES, alineadas con la estrategia del MFMP para reducir costos de financiamiento. Sin embargo, el déficit fiscal de mayo llegó a 3,1%, superando niveles de pandemia y poniendo en duda la meta de 7,1% para 2025. El PGN 2026 mostró un gasto proyectado 11% mayor, por encima de la inflación, y dependiente de una reforma tributaria de 26,3 billones cuya aprobación luce improbable por el contexto político. Ante este panorama y la persistencia de expectativas de inflación elevadas, el Banco de la República decidió mantener la tasa en 9,25%, pese a las presiones para recortar. La votación fue dividida y el gerente justificó la pausa por la incertidumbre fiscal, mientras el gobierno criticó la postura por considerar que frena la recuperación. Analistas, en cambio, valoraron la cautela como señal de prudencia ante el deterioro fiscal y el entorno global incierto.

En julio, la política comercial de EE. UU. estuvo marcada por una intensa actividad negociadora y la imposición de nuevos aranceles a varios socios. Trump propuso un arancel general del 50% sobre importaciones brasileñas y un 10% adicional para países del grupo BRICS. Antes de agosto, se lograron acuerdos con Japón —reducción del arancel automotriz del 27,5% al 15%, suspensión de nuevas tarifas e inversiones por 550.000 millones de dólares— y con la UE, que aceptó mayores compras de gas y más inversión en EE. UU. a cambio de limitar los aranceles al 15% en la mayoría de sus exportaciones. Corea del Sur mantuvo su arancel en 25%, Canadá lo elevó a 35% y México obtuvo una prórroga de 90 días en negociaciones. Brasil, sin acuerdo, recibió el arancel general del 50%. En términos generales, se estableció un arancel base del 10% para países con déficit comercial y entre 18% y 41% para los que presentan superávit, consolidando un entorno de tensiones controladas pero persistentes.
En un contexto de inflación interanual del 2,7% en junio, impulsada por nuevos aranceles a bienes chinos y autos eléctricos europeos, y de una inflación subyacente cercana al 2,9%, la Reserva Federal decidió mantener su rango de tasas en 4,25%-4,50% en julio. El consumo se mostró sólido —ventas minoristas +0,6% mensual y PIB del 2T con crecimiento anualizado del 3%—, lo que, sumado a un mercado laboral fuerte, llevó a postergar recortes hasta, posiblemente, septiembre. La votación fue dividida, con dos gobernadores defendiendo recortes inmediatos, un hecho inusual desde 1993. Jerome Powell subrayó la cautela y la dependencia de datos futuros, evitando compromisos anticipados. En paralelo, el BCE mantuvo su tasa en 2%, optando por esperar ante la incertidumbre comercial con EE. UU. y reconociendo que una rápida resolución de tensiones, junto con mayor gasto en defensa e infraestructura, podría fortalecer el crecimiento europeo.